La política mexicana nos ha mostrado o enseñado en los últimos años dos cosas: una como ciencia y herramienta de control social a través de la política electoral; la otra como el modo deshonesto de vivir de la clase política, dicho de otro modo, una clase corrupta, pasando de un beneficio colectivo –de la política- a un beneficio particular o de ciertos grupos, trayendo como consecuencia la desigualdad en varias vertientes sociales, desde lo social, educación, hasta llegar a la carencia de alimentación y salud en las personas. Con esto nos podemos preguntar ¿Qué clase política tenemos?, o ¿Qué clase política necesitamos?; lo que sí, es cierto, es que por décadas la política en México dejó de ser un factor de unidad, cambio y transformación para nuestro país, para ser un medio de enriquecimiento de unos cuantos.
Por lo que considero, que son tiempos de cambios y de transformación verdadera en la conformación de la clase política en pro de un mejor país y en la construcción de una mejor sociedad. La prensa, que por años la mal llamaron el cuarto poder, no fue, sino un cómplice más de personajes de la política, cuando debía estar al lado de la sociedad.
